viernes, 27 de mayo de 2011

UNA HISTORIA EXTRAVIADA

Hace muchos años la llame.


Con la ligera esperanza de volver a su lado y no obstante un temor intento abrumar mis palabras.

Todavía recuerdo lo que sucedido aquel día.

Te dije:

- ¡Hola! ¿Me recuerdas?

Conseguí escuchar por lo lejano del tiempo un:

- ¿Quién eres?

Persistí y te dije que era un simple hombre, disfrazado del amor.

Reíste y contestaste producto de la hora y el sueño generado, que si me recordabas.

Que evocabas mis instintos al quererte, que extrañabas mis versos por cada estación del año, por cada suceso incuestionable, por cada cabello caído, por cada día a tu lado.

Pero luego, desadormecida por completo, me dijiste que lo mejor sería que me alejase para siempre, que ya no estabas sola, que tenias a alguien, y que estarías para toda la vida a su lado.

Yo guarde silencio y evite que se manifieste mi emoción adolorida o la razón que se despediría de lo que pudo ser.

Luego de varios minutos, al escucharte decir adiós, dije lo siguiente:

- Lo que sentí por ti, no es literal ni figurado. Es real. Por ello, tendré que saber toda la verdad y aun con el corazón destrozado lograr extinguir el millón de razones por las que mi vida daría por ti.

Entonces bajaste la voz y no lograba entender tus dichos, te solicite mayor claridad en tus palabras, y aun así, tu voz fue más tenue, se desvanecía buscando la compañía de mis miles de esperanzas.

Te pedí información sobre esa nueva persona que te alejaba hoy de mí, donde trabajaba, que profesión tenia, si había hablado con tus padres, si era amigo de tus amigos, si estabas convencida que el te quería; pero tus no sabías que responder, y yo no sabía por qué.

Creí sin embargo, que también debías contarme como lo conociste, si él estaba dispuesto a alcanzar el nivel de amor que yo te brindaba.

Pero fue en vano, y un sonido de sollozo tuyo, traspaso mi alma.

Por un momento quise desistir de mi pedido, pero logre vencer mis miedos, quería saber quién era el personaje que había convertido mi vida en inexistencia, convencerme que era una buena persona y te merecía.

Ahora los dos nos quedamos en silencio, cuando iba a decir algo, solo llegaba a mis los monosílabos, “te” “por” “mi”. Era desmesurado el dolor que tenia, pero entonces sucedió.

Dijiste:

- ¿Sabes?, mi vida afronta un cambio inesperado, hace poco tiempo, pensaba en llamarte, en buscarte y seguir a tu lado. Y ahora sé que nada de eso sucederá jamás, porque enfrentare nuevos retos, dejare mi vida cotidiana, de estudiar y cumplir mi máximo sueño y buscare la felicidad de la persona que hoy me acompaña. No permitiré que nada empañe ello, menos tu, y lo hago, porque te amo, porque quiero verte feliz, y anhelo que todo lo hermoso que llevas en tu ser, tenga un destino confiable y que convalide tus impresiones.

No estaré mas en tus sueños, en esa imagen constante que me solías platicar. No voy a estar a tu lado. Nunca más.

Yo respire con mucha prisa y antes de decir adiós ella me dijo:

- Espero un hijo, y quiero que tú también seas feliz. Lo voy a tener sola, no pretendo que el padre se entere, ya que martirizaría nuestras vidas. El no quiere saber nada de nosotros, juego conmigo y ahora se esconde. Luego tu voz se torno firme y fue lo último que escuche de ti:

- Tú mereces a alguien mejor y entonces dijiste adiós, y cortaste la conexión.

Esa noche fueron más de 500 las llamadas perdidas, y la distancia y mis pocas referencias no me permitieron lograr ubicarte. Supe que te fuiste a vivir al extranjero, y que regresaste hace poco.

Por ello, luego de varios años, he vuelto a llamarte, y oí una voz que me lleno de nostalgia, era de una niña que tenía la estructura de tu voz a los 7 años, cuando nos conocimos en la plaza.

Era tu hija, y por amor a ti y a esa tierna niña, decidí nunca más saber de ti, entendí que habías podido sola todo este tiempo y que eres muy feliz, y eso era lo que al final necesitaba saber y sentir, tu felicidad.

- Lo lamento, me confundí al marcar, gracias, chau.

Ahora, entiendo que el amor y el tiempo, son infranqueables cuando se unen, sin tomar en cuenta lo pernicioso de la monotonía. El tiempo me borra de esta historia, y yo debo hacer lo mismo.

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