sábado, 4 de diciembre de 2010

LA JUVENTUD ES UNA RÁFAGA SIN PIEDAD

Aquellos recuerdos, de instantes aparentemente perpetuos, me atrapan insolentemente.

Siento que mi juventud es parte de un cuento y los escuadrones refugiados en la seriedad de mis palabras me apartan de ella sin sentido ni criterio.

La gente a mí alrededor también lo presiente y día a día extraen recelosamente más recuerdos, con la ingenuidad que al retomarlos atravesaran el tiempo y la realidad.

Petrarca le añade sentido a mi sospecha cuando dice “en el dulce tiempo de la primera edad (Nel dolce tempo de la prima etade)”. La autenticidad de la luz perpetua que paso por la grieta de aquella ventana de madera, restablece profundísimas distancias entre el hoy y el ayer. Hoy quiero conocer nuevamente y ser deudor de aquel tiempo que negué y aún creo recordar.

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