Tuvo que ser de noche, cuando las apariencias engañan y las verdades elementales se absorben y extinguen.
Tuviste el único embeleso que jamás compartiré, y cuyo infortunio esclaviza mis deseos de no querer.
Tengo los dedos aun en descontrol, por pura impresión, y es que el ser más honroso, de ningún modo existió.
Tienes la excarcelación de tu alma, por que no podre guardar de ella, ya que la siento tan extraña y me abruma.
Tiene la abstracción de lo que yo solía reverenciar, y que ojalá mantenga su esencia, alejado de la fugaz seducción.
Tendrán la dispensa de mis celos, hasta el extremo de convertirse en inadvertencia.
Tendremos entonces la coincidencia de conocer fatalidad y ventura, bifurcadas en los efectos de la vida, y que hoy nos serán ajenos, por que cada incidencia del día dejan de existir en nosotros.
Tuvimos la nulidad de segundos y días, por que jamás existió lo que se quiso logar, no por ser un hecho futuro, sino por una decisión fatídica, vestida de un ADIOS.
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