miércoles, 23 de mayo de 2012

POESÍA

PORTARRETRATO DE ABRIL


Un portarretrato puede conservar fácilmente más de un testimonio.

Incandescente o estable, eso que importa.

Lo cierto es que cada vez que alguien lo contempla, es inevitable el detenerse.

Quizá ello suceda por la paradoja nacida en la lámina de vidrio, que siempre nos oculta de los años, pero nos refleja viejos y agotados.

Un portarretrato lleva consigo, sólo un segundo de nuestro existir.

Desconoce un antes y después, pero puede ser su evidencia.

Lo cierto es que un portarretrato no alberga a impostores.

Sólo es posible una actitud simulada, pero no más.

Un portarretrato me recuerda la noche en que reíamos.

No sé lo que te dije o que sucedió en ese momento, pero sé que eras feliz.

Lo cierto es que las flores cumplieron con su encargo aquella noche y ya no están más, como tampoco está la juventud.

Todo se va y todo vuelve. Así de fulminante es la verdad.

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