martes, 7 de junio de 2011

EL PLANO DE LAS PROVOCACIONES


Un libro no es una secuencia de letras que se disfrazan de ciencia y arte. El libro es el resultado de una vida pasajera, de la necesidad de su permanencia, de la angustia de alcanzar algún efecto.

Un lapicero, no asegura vencer lo embustero de los hechos en razón del tiempo, de aquel tiempo que construye ironías y lo hace todo más intrépido.




Octavio, luego de haber bebido más de la cuenta, en un bar ubicado en el centro de la ciudad, encendió un cigarro y se puso a caminar, cada cierto tiempo, cerraba los ojos, y al meter su mano en su bolsillo, sentía que le fastidiaba el dinero que llevaba, ya que le impedía encontrar con facilidad la foto que llevaba consigo hace muchos años.

Dicha foto era de tamaño carnet, y el rostro que la contenía era de Brenda. El miraba esa foto todos los días, y cada vez que lo hacía, sentía un poco de todo lo que sienten los seres humanos.

Siguió caminando y toco fuertemente la puerta de la florería, por suerte el dueño era amigo suyo, y por ello no le quedaba otra posibilidad que atenderlo, aunque a regañadientes por la hora.

Octavio tomo un taxi, y encendió otro cigarro, el viaje iba a ser largo. Por la ventana del auto, el miraba atento las casas, las calles, las avenidas, y a veces sonreía, y en otras sentía una presión en su pecho.

Al llegar a su destino, pago con todo el dinero que tenia y antes de arrancar el carro, el ya estaba en la puerta de Brenda y se propuso tocar el timbre.

En el tiempo que duraba la intención, manifestación y tacto con el timbre, muchos recuerdos vinieron a su mente.

Entonces dejo las rosas en la puerta y se fue.

Ya faltaba poco para amanecer y ya no tenía aquel dinero que lo molestaba y enfurecía. Así es que fácilmente cogió la foto de Brenda la miro, la beso y la rompió. Cogió su celular y negocio con un taxista para que lo llevase a casa. El taxista acepto y con el celular, se llevo no solo el precio por el servicio, sino recuerdos de Octavio.

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